Madrid y la corte
En el año 1561 Felipe II traslada la capitalidad desde Toledo a Madrid, en lo que hasta entonces había sido un núcleo medieval, que se vería convertida en la capital de una de las principales monarquías de la Edad Moderna. La población pasó en 40 años de 20.000 personas a 100.000. La consecuencia fue un resultado caótico de la ciudad, abastecida aún por “viajes de agua” medievales de origen árabe.
El crecimiento de la ciudad llevó al levantamiento de la cerca de Felipe IV, con propósitos básicamente fiscales, que aparece en el plano de Teixeira (1656) reproducido en la exposición. El centro de la ciudad se encontraba en el entorno de la Plaza Mayor, construida entre 1617 y 1619 sobre la antigua Plaza del Arrabal.
La mayor parte de las viviendas de la Edad Moderna presentaban un aspecto sencillo, con habitaciones mal ventiladas y sin red de saneamiento. Se cocinaba en fogones y anafres, pequeñas cocinas portátiles, y solo las residencias aristocráticas presentarían salones y comedores y elementos de lujo.
Se intensificaron las relaciones comerciales con las poblaciones del entorno y aparece una minoría urbana privilegiada que demanda artículos de lujo, primero importados y más tarde, producidos en las Reales Fábricas que entran en funcionamiento a comienzos del siglo XVIII: de porcelana, de tapices, de paños, etc. La exposición ofrece ejemplos de la que fue la real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro, destruida durante la Guerra de Independencia (1808-1814).